Sordo del oído izquierdo

Sentado en la bañera con el agua jabonosa cubriéndole hasta la altura del diafragma. El pecho húmedo visible a través del ojo de la cerradura desde donde ella espía la escena.

Sentado sobre la alfombra persa pentagonal de tonos rojos en medio del gran salón vacío. Del techo, invisible en las alturas, apenas se intuyen unas vigas de madera entre la oscuridad desde donde ella espía la escena.

Sentado en la cama, las sábanas en el suelo, el pijama abierto dejando a la vista el pecho tras el que se esconde un corazón enfermo.

Sentado en la sala de espera del hospital entre tantos otros moribundos. Y ella sola en el gran salón, inconsolable sobre la alfombra persa. No más bañera a través del ojo de la cerradura.

Un gato atraviesa la estancia en diagonal mientras, tras las cortinas, se apaga la luz de las farolas un día más.

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