Los clásicos calientan

Un invierno, leí casi todas las piezas del antiguo teatro griego. De hecho, las leí en voz alta. Y a lo largo de la lectura, cuando acababa el reverso de cada página, la arrancaba del libro y la arrojaba al fuego. Convertí en humo a Esquilo, Sófocles y Eurípides. La amante de Wittgenstein. David Markson

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