El rostro sudoroso, el cuerpo desnudo, adolescente, en erección. Ella tumbada sobre el sofá, en segundo plano, esperando. Nosotros asisitiendo al espectáculo desde la pantalla de nuestros ordenadores extranjeros, a miles de kilómetros de distancia —no sólo física— de esta pareja que nos emputece con su amor. La belleza, la nostalgia y la lujuria fundidas en esta actividad de sociópatas de principios del siglo veintiuno. La globalización de la soledad, de experiencias no siempre vividas pero infinitamente publicitadas desde cada rincón de esta farsa que protagonizamos cada día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario