Es consustancial al país nórdico en el que vivo que, cuando se abren las nubes eternas y los rayos de luz descienden hasta la superficie de la tierra, sus mujeres saquen los pechos al sol. Uno se harta de ver piel devorada por los rayos ultravioleta, cuarteada por una luz para la que no está preparada. Nadie ama más al sol que los pueblos nórdicos, que se ofrecen desnudos, dejándose violar por el astro sin piedad, que los mata a todos a cánceres.
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