Agradecido

Por tu ventana abierta no sólo entran el aire fino de la primavera, el polen y los insectos. También entra mi ojo potenciado por los prismáticos, hasta posarse en tus pechos recien duchados; y, cuando yaces desnuda en la cama, entra incluso un poco más dentro de ti. Doy gracias a los dioses clásicos por que no te afeites la entrepierna, por que muestres a mis lentes temblorosas un sexo adulto, oscuro, frondoso. Doy gracias y pospongo un día más la pérdida completa de la esperanza.

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