A propósito de Patricia

Tu marido está en este momento dentro de otra mujer. Otra mujer que no eres tú. Piénsalo bien. Por la diferencia horaria debe de haber comenzado allí la madrugada. Han estado paseando por la playa, la brisa en sus prendas ligeras y en su piel morena expuesta. Después se han sentado en una terraza entre palmeras a tomar un cóctel. Tú sabes cuál es su favorito, el que ha pedido y sorbido sin dejar de mirar a través de la manga cómo se le ahueca a ella la camiseta de tirantes cuando toma la copa y se la acerca a los labios. Mira a través y comprueba de cuánta belleza y perfección es capaz este mundo miserable. En algún momento ha pasado su brazo por sus suaves hombros y ambos han sonreído. Han caminado despacio de vuelta a tu apartamento, eufóricos. El ha preparado dos vasos de tónica con ginebra y limón, igual que cuando llegáis de pasear los sábados por la noche, pero esta vez no los han bebido en el balcón. Los han dejado abandonados, burbujeando sobre el aparador porque él necesitaba las dos manos aferradas al culo de ella para levantarla en vilo y tenderla sobre vuestra cama, donde tantas veces yacisteis de novios sin el permiso de tu padres, y ahora sin quitar la colcha él la penetra desaforado, las prendas en el suelo, los gemidos llenando la noche estival mientras tú estás aquí a miles de kilómetros de distancia esperándole, confiando en su fidelidad que en este mismo instante escurre melosa por los muslos de otra mujer que no eres tú.

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