Tu marido está de vuelta, tras más de dos meses en las antípodas y llevas toda la semana retrasándote por las mañanas, llegando tarde, con la vagina cargada de él, supongo. No te lo reprocho. Envidio que tengas un motivo para esperar el nuevo día. A mi escritorio no llega el sol matutino, mientras te espero. Tampoco el del mediodía, ni el de la tarde. Tampoco en mi apartamento de soltero. El sol no sale para todos. ¿Por qué no me hablas de tu vida personal, de lo que haces por las tardes cuando regresas a casa? Si pudiese elegir a los participantes en una orgía, ¿a quiénes invitarías?
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