El pez soy yo

Lo reconozco, no soy la única víctima, vuestras vidas también son insoportables. Pero no me toca a mí vivirlas. Yo me lamento de la mía que, sin ser tal vez la peor, es una auténtica condena de repetición, fracaso y frustración. Puede que donde yo aprecio satisfacción, vosotros sólo padezcáis sufrimiento y vivamos todos condenados a una percepción erronea del sentir del otro. Por si esto fuese cierto, quiero certificar aquí por escrito que yo habito en la nausea.

La manida metafora de la pequeña pecera esférica y el pez dando vueltas eternamente solo. El pez es cualquiera de nosotros y, esta tarde de domingo, yo.

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