Mazmorra contemporánea 3

Continuación de aquella ocurrencia. O acaso es esto: vuestras vidas son miserables pero al menos fornicáis. Y eso, el sexo plural, las revaloriza mientras que nuestros abusos onanísticos no cuentan. Nos desarmáis con ese argumento, es inatacable. Sí, esos breves minutos de pieles deslizando, carne aplastada contra carne, tu resuello en su rostro, su pelo sobre el tuyo, esos breves minutos justifican este vacío, lo compensan, lo equilibran, lo convierten en soportable. Mañana de domingo, la sábana en el suelo, la luz filtrada por las cortinas proyectando grumos sobre tus pechos. De vuelta de la piscina, los dos en la ducha para arrastrar el cloro. A media tarde cuando te sientas con las piernas cruzadas y se te sube la falda. En la terraza al atardecer, las golondrinas cazando los insectos de la cena, el hielo de los dos vasos sobre la mesa temblando, entrechocando bajo vuestra misma frecuencia. De noche fresca, con la brisa de la ventana ahuecando tu camisón. Así nos imaginamos vuestras vidas. Así podemos comprender que las soportéis. Os envidiamos. Poseéis el único remedio contra esta apatía transversal que asola todo un mundo, el de los que hemos dejado de luchar.

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